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Mostrando entradas de agosto, 2018

Vidas paralelas

Sara abrió la puerta del ascensor con un puntapié, seguido de un empujón con el hombro izquierdo. Salió al rellano de la cuarta planta, cargada con las bolsas de la compra que le ocupaban las dos manos. Era jueves y faltaban un par de minutos para las cinco de la tarde. Cuando salió de trabajar pasadas las tres, aprovechó para acercarse un momento al súper y comprar lo que necesitaban en casa para terminar la semana. Llevaba en pie desde las seis de la mañana y aún no había tenido tiempo de comer. De lunes a viernes, era casi lo normal. Dejó las bolsas sobre el felpudo, apoyadas entre las piernas y sacó las llaves del piso del bolsillo izquierdo de su vaquero. Dos vueltas de llave al cerrojo FAC y otras tres a la cerradura de seguridad de la puerta para entrar un día más en casa. Seguro que alguna sorpresa le esperaba. La cocina estaba a la derecha, a escasos dos metros de la entrada. Se dirigió directa a ella con las bolsas para dejarlas amontonadas sobre la encimera. Agotad

La celda 211

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'Hola, machote. ¿Qué tal?' - le dije. 'Bien.', me respondió. Dos besos en la cabeza y una caricia en el pelo para descolocárselo un poquito. Eso ha sido todo. Era un encuentro casual en su primer permiso tras siete meses y un día cumpliendo pena. No era razonable forzar más la situación. Tras 211 largos días, hoy estoy un poco más contento. Hoy mi ilusión está un poco mejor. Seguro que ha visto que el que espera fuera, ha ido a su encuentro y sigue siendo el mismo. Sin reproches. Por experiencia sé que no todo el que cumple condena es culpable. Te quiero con toda mi alma.

Eres miserable, presuntamente

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Por no permitir que las cosas sean fáciles. Por poner palitos en la rueda hasta hartarte. Por presumir de empatía sin conocerla. Por esconder la realidad y por distorsionarla a tu antojo. Por creer tus propias mentiras y por hacerlas creer. Por forzar a mentir para poder sobrevivir. Por tus represalias salvajes. Por tus dos varas de medir. Por tener enemigos, siempre. Por no respetar una opinión, nunca. Por sobrevalorar la mierda e infravalorar lo razonable. Pero, sobre todo, eres miserable por jugar con lo más sagrado. Eres presuntamente miserable y eres presuntamente persona. Presunta persona miserable: tu once de noviembre, algún día llegará.